

Para poder separarse o divorciarse, es preciso que hayan pasado al menos tres meses desde la celebración del matrimonio, excepto cuando haya riesgo para la vida, la integridad física o moral o la libertad e indemnidad sexual del cónyuge demandante o de los hijos . Si se prueban estas circunstancias, la separación o el divorcio se pueden instar en cualquier momento.