

Se trata del procedimiento más rápido, sencillo y económico de obtener el divorcio o la separación. A diferencia del procedimiento contencioso, basta con la presentación de la demanda y del convenio regulador y su posterior ratificación en el juzgado. Todo ello representa un abaratamiento de costes, que se acentúa si ambos cónyuges actúan representados por un mismo procurador y defendidos por un único abogado.
El procedimiento contencioso es más largo, complicado y costoso. Exige la celebración de vista judicial, y ya no es posible acudir con un sólo abogado y un sólo procurador, sino que cada parte debe acudir con los suyos.