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No puedo negar que resulta decepcionante, aunque ya nos lo podíamos imaginar. La inmensa mayoría de consultas y/o llamadas que nuestro despacho de abogados especialistas en Derecho de Familia recibe, desde el inicio del confinamiento, son disputas, querellas y falta de acuerdo de los progenitores en relación a la guarda y custodia de los hijos menores de edad.
O, por decirlo de otro modo: si alguien pensaba que la extraordinaria gravedad del momento en qué vivimos serviría para hacer entrar en razón a los progenitores separados y para conseguir pactos en beneficio del bienestar y de la seguridad de los hijos, se equivocaba.
Cierto que no se puede generalizar y que, en algunos casos, el buen criterio se ha impuesto. En general, pero, se trata de casos en los que los progenitores ya habían demostrado una buena capacidad de ceder, si hacía falta, en aras de poder alcanzar acuerdos. Sin embargo, desgraciadamente son una minoría.
Por contra, la cifra de ex-parejas que han seguido tirándose los platos a la cabeza, a pesar de las circunstancias excepcionales, es muy alta. La situación “tipo” que se dió al inicio del estado de alarma y que, en muchos casos, aún perdura, es: el progenitor que tenía el hijo, o los hijos, cuando se inició el estado de alarma se negaba a que los menores fueran con el otro progenitor, a pesar de existir decisión judicial, argumentado “la seguridad de los menores” aunque, por ejemplo, la distancia entre los respectivos domicilios fuera de únicamente 200 metros... Y, en muchos casos, no ha habido nada que hacer: cinco semanas después, el padre, o la madre, únicamente puede ver a sus hijos a través de Skype o whatsapp.
Nuevamente, los hijos utilizados como arma de un progenitor contra el otro.
Si se intenta presentar denuncia ante los Mossos, estos dicen que no va con ellos, que el incumplimiento del régimen de guarda ya no es delito.... Si vas al Juzgado de Guardia, a veces, sólo a veces, se consigue presentar la denuncia... aún sabiendo que no tendrá recorrido.
La verdad es que la confusión inicial de les instancias judiciales no ayudó en absoluto. Hasta que no quedó claro que el estado de alarma no justificaba el no cumplimiento de las sentencias, y que el único obstáculo plausible a ese cumplimiento era si uno de los progenitores daba positivo de COVID-19 o presentaba síntomas, todo el mundo decía la suya y, a menudo, de manera contradictoria. Los medios de comunicación, con las noticias inexactas y erráticas que publicaron en los primeros ocho o diez días de confinamiento, aún lo complicaron más.
El caso es que ahora vendrá la segunda parte. Como resulta fácil imaginar, los progenitores que se han quedado sin poder estar con sus hijos no están, precisamente, de buen humor. Cuando se reanude totalmente la actividad judicial, me temo que habrá un alud (entre otros aludes) de demandas de modificación de medidas....
Y continuaremos la guerra...
Todo, por no poner un poco de pausa y de sentido común.